Taqui Onkoy. Resistencia indígena en los Andes Centrales (1565)

El movimiento del Taki Onkoy, la enfermedad del baile, surge en los inicios de 1560 en el actual Perú. Los taquiongos eran sacerdotes o hechiceros incas que se decían mensajeros de las huacas o dioses andinos y recorrían las poblaciones invitando a la población a abjurar del cristianismo y preparars...

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Autor principal: La Hidra de Mil Cabezas
Publicado: 2006
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Acceso en línea:https://bdigital.uncu.edu.ar/fichas.php?idobjeto=622
Descripción
Sumario:El movimiento del Taki Onkoy, la enfermedad del baile, surge en los inicios de 1560 en el actual Perú. Los taquiongos eran sacerdotes o hechiceros incas que se decían mensajeros de las huacas o dioses andinos y recorrían las poblaciones invitando a la población a abjurar del cristianismo y prepararse en el ritual de purificación que los preparaba para la transformación de la sociedad: “no crean en Dios ni en sus mandamientos, no adoren las cruces ni imágenes y no entren en las Iglesias. Practiquen los ayunos que se acostumbraban en tiempos de los incas y no copulen sin antes haber tomado chicha. Pizarro venció a los incas en Cajamarca porque Dios había vencido a las huacas, pero ahora todas han resucitado para darle batalla y vencer a Dios”. El Taki Onkoy fue una forma de lucha ideológica y movimiento de rebelión, que supuso para los indios la puesta en práctica de dos principios morales: la resistencia contra el mundo hispánico y la condición que la posibilitaría, esto es, la solidaridad dentro del mundo andino, que invitaba a abandonar el antagonismo de clases existente para aliarse contra el enemigo común Si bien podemos afirmar que el descontento indígena se derivaba de procesos socioeconómicos, la mezcla de descontento radical, impotencia política y dudas internas impartió al movimiento milenarista del Taki Onkoy un carácter especialmente espiritual o moral. El Taki Onkoy se limitaba a preparar las condiciones morales para la utopía de una transformación cósmica y, en este sentido, no tuvo más alcance que el de una resistencia cultural pasiva frente al mundo hispánico. La religión indígena se había transformado en el baluarte de la resistencia étnica, y el instrumento para la lucha anticolonialista. Su carácter pasivo fue impotente para revolucionar tanto el orden económico, como la política opresiva que lo justificaba.